Dr. Jaime Gallardo Alvarado
Tecnológico Nacional de México en Celaya
16 mayo 2022
LA CIENCIA COMO UN COMÚN DENOMINADOR DE LA SOCIEDAD
Usualmente a la Ciencia en su contexto general se le asocia como una actividad privilegiada restringida a personas con un alto nivel intelectual y que en algún momento de su existencia serán acreedores al premio Nobel. Una idea que por ejemplo en el siglo XVIII distaría un tanto de la realidad. En efecto, el siglo XVIII marcó una de las etapas más prolíficas del conocimiento por lo que la Ciencia era popular, reconocida y apreciada por la sociedad en su conjunto. En las reuniones europeas de la época se combinaban de manera sutil el ingenio y el conocimiento sin exclusión por creencias, costumbres o preferencias. Realmente las personas de aquellos años disfrutaban de la Ciencia como si ésta fuese una actividad común. Los científicos de aquella magnífica época eran considerados auténticas figuras pop y gozaban de cierta protección de grupos o familias acaudaladas lo cual les permitía utilizar el tiempo sin preocupaciones mundanas como la rendición de cuentas o la justificación de sus actividades. La gente estaba dispuesta a pagar para que en eventos públicos los científicos expusieran de manera singular sus descubrimientos, como si éstos fuesen verdaderos ídolos del rock moderno. Mucho del conocimiento actual es consecuencia del movimiento científico iniciado por Newton y Leibniz en el siglo XVIII lo cual contrasta por ejemplo con la visión Aristotélica del mundo, ideología pulverizada en su momento por Galileo en lo que al movimiento se refiere.
La mecánica de Newton proporciona modelos físicos y matemáticos bastante aproximados de la realidad, a pesar de los esfuerzos a veces esquizofrénicos por desacreditarla. La veracidad y utilidad de la mecánica de Newton ha sobrevivido de manera elegante a la sobre protegida teoría de la relatividad de Einstein y las ideas dispersas de Stephen Hawking que intentan superficialmente explicar el funcionamiento, origen y destino del universo. Formidables fueron sin duda los avances de la Ciencia en el siglo XVIII. Laplace publicó su teoría de la formación de los planetas como desprendimientos de la masa solar, D’Alembert concibió a la dinámica como una disciplina de las matemáticas, Franklin desentrañó el misterio de la electricidad, Euler perfeccionó el cálculo infinitesimal de Newton ¿o Leibniz?, Jenner descubrió como mejorar la inmunidad de las personas, Lagrange gracias a la metafísica de las funciones moldeó las estructuras más legibles de la dinámica, y la lista no termina. Ciertamente, el siglo XVIII marca una de las épocas estelares de la Ciencia. Finalmente, la Ciencia es elemento clave no sólo para el mejoramiento de la calidad de vida de las personas, sino para la supervivencia de éstas. El buen o mal uso de la Ciencia es responsabilidad de quienes la administran, no de quienes la generan.